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LA CIUDADELA DE CELESTINO ÁLVAREZ SOLAR

Cedida por Ramón Alvargonzález

ENTRADA A LA CIUDADELA DE CELESTINO SOLAR

La ciudadela se accede a través de una puerta, que antiguamente era un simple arco, situada en la calle Capua que da a este pasillo. En la fotografía de los años 70 se aprecian la ventanas de la planta baja de uno de los edificios que da a la calle en el que se situaba el bar popular de Castañón.

En 1877, el indiano Celestino Álvarez Solar adquirió parte los terrenos de la primera manzana del ensanche de Gijón. Situado junto a la playa de San Lorenzo, el ensanche, ahora barrio de La Arena, se pobló de casas baratas para obreros promovidas por la burguesía de la ciudad.

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Como hicieran otros tantos, Álvarez Solar construyó en el interior del solar un conjunto de cuartos en torno a un patio, es decir, una ciudadela. Una pequeña inversión con rendimiento rápido a través del alquiler. Por aquel entonces las industrias brotaban por toda la ciudad atrayendo a obreros en busca de un jornal y una casa barata.

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Se iniciaba el proceso de Revolución Industrial y con él, la especulación inmobiliaria en suelo gijonés.

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NURIA VILA ÁLVAREZ

Historiadora especializada en el estudio de la vida y la vivienda obrera. Es natural de Mieres y llegó a Gijón para investigar y organizar el contenido del Museo Ciudadela de Celestino Solar. 

Hoy en día la ciudadela, a la que se accede desde la calle Capua, es un museo único sobre la vivienda obrera. Aprovechando que sus ruinas llegaron hasta nuestros días, el espacio se reacondicionó para dar cabida al museo y hoy se puede recorrer el antiguo emplazamiento. 

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La ciudadela consiste en 24 casas de entre 38 y 28 m2 colocadas en cuatro hileras en torno a dos patios, el grande y el pequeño. Las viviendas de una sola planta y una ventana tenían dos cuartos, una sala y una cocina de carbón. Los retretes comunes estaban en el exterior y había un pozo en el patio grande. Inicialmente disponía de una entrada en la calle Capua y otra en la calle Ezcurdia.

 

Estuvo abierta hasta que en 1880 se rodeó con un muro y a finales de siglo, cuando el veraneo en la playa se popularizó y el ensanche se volvió atractivo para clases más pudientes, se edificó el exterior de la manzana engullendo la ciudadela de Celestino Solar y su vecina, la de Jacobí. El pozo desapareció y las vecinas tenía que salir fuera a por agua hasta 1955, cuando se construyó la fuente en el patio grande.

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Fotografía de Constantino Suárez (Muséu del Pueblu d'Asturies

FOTOGRAFÍA AÉREA DEL ENSANCHE EN 1937

PLANO DE LA PRIMERA MANZANA DEL ENSANCHE GIJONÉS HACIA 1957

Cedida por Ramón Alvargonzález

Gonzalo del campo (Muséu del Pueblu d'Asturies)

PATIO GRANDE DE LA CIUDADELA DE CELESTINO SOLAR

En la fotografía de los años 60 se aprecian las primeras señales de deterioro de las casa de la ciudadela. Al fondo, el techo de las primeras casa abandonadas comienza a hundirse mientras las cajas y herramientas situadas junto a las casas de la derecha muestra que siguen habitadas. La segunda foto se aprecia como la degradación de la ciudadela sigue su curso mientras los vecinos las abandonan y se convierte en un espacio insalubre y marginal. 

A pesar de su escasa calidad constructiva, de sus baños compartidos y de estar situada en una zona muy expuesta a la humedad, la ciudadela de Capua estuvo habitada durante cien años. En 1891 el Ayuntamiento realizó una inspección en las viviendas obreras y solo una ciudadela pasó el examen. El resto se clasificó entre las que necesitaban reformas para ser habitables y las que debían desaparecer, pero erradicarlas habría supuesto realojar a miles de personas e indemnizar a los propietarios.

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Las ciudadelas siguieron construyéndose y algunas estuvieron habitadas hasta convertirse en un anacronismo escondido en el interior de las manzanas. Así explica Vila los motivos:

La ciudadela de Jacobí fue derribada y transformada en garaje en 1958 pero su vecina de Capua sobrevivió. La última vecina de la ciudadela de Capua falleció en 1975, para entonces el lugar ya había comenzado a convertirse en un espacio marginal. Gracias a que se protegieron los edificios de la fachada, los únicos que conservan el estilo del viejo ensanche, el interior se salvó para hoy poder contar su historia.

Las últimas vecinas de la ciudadela de Celestino Solar ya han fallecido pero su recuerdo sobrevive hoy gracias a los testimonios que Vila recogió para construir el museo. Con ellos se ve representada también la memoria de las miles de personas que habitaron en las ciudadelas de Gijón, una historia que va más allá de la grandes gestas, la de la gente corriente que habita y da vida a las ciudades.

 

Se han llegado contabilizar 200 ciudadelas en Gijón, pero historiadores como Luis Piñera estiman que pudo haber hasta 300. La mayor concentración se produjo en el barrio de La Arena, dónde constan 65, pero algunas de las  más antiguas se localizan en el que es también el barrio más pretérito de la ciudad, Cimadevilla. 

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Los vecinos abandonaron las ciudadelas y se expandieron por las barriadas y bloques para trabajadores de la periferia de la ciudad, hacia donde se desplazaron también las nuevas industrias. Precisamente en uno de estos barrios situado junto a la industria naval, El Natahoyo, hubo también muchas ciudadelas y algunas de ellas pervivieron hasta los años 90. Su esqueleto aún sigue en pie en el conocido como barrio "El Chispa". 

Gonzalo del campo (Muséu del Pueblu d'Asturies)

CIUDADELA CEFERINO CERRA

Construida en la calle Garcilaso de la Vega,  La Arena, en 1983, esta pequeña ciudadela estuvo habitada hasta los años 80 y se derribó a principios de los 90. Hoy un estrecho hueco entre edificios revela su antigua localización. En la foto antigua se vislumbra al fondo la caseta de los retretes comunes.

Gonzalo del campo (Muséu del Pueblu d'Asturies)

CALLEJÓN DE LAS FIERAS

En el barrio de Cimadevilla se encuentra este pequeño patio, construido hacia 1820, al que se accede por un pequeño callejón todavía existente. El nombre proviene de un informe en 1904: "no puede consentir [...] que aquellos vecinos sigan exponiendo su salud y hasta su vida en locales que mejor parecen cuevas de fieras que habitaciones para seres humanos".

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