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El acceso a la vivienda digna en las ciudades que hoy viven para el turismo y que una vez lo hicieron para la industria es un problema (o una condición), tan hondo que a veces parece irresoluble. Ciudadelas, pasillos e ilhas resisten a los embates de la modernidad o son sustituidas por trasteros reacondicionados, interiores sin ventanas o buhardillas en las que los inquilinos apenas pueden ponerse de pie. El proyecto de rehabilitación de las ilhas en Oporto, cuyo éxito o fracaso solo se probará con el paso de los años, tal vez sirva de guía para que las ciudades garanticen los derechos de quienes les dan vida. 

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